Mentes Criminales es una de esas series que es apuesta segura. No es trepidante, no es adictiva, no te tiene agarrado a los brazos del sofá o de tu pareja. No es de humor ni de miedo, ni especialmente misteriosa. Es totalmente de género, es una serie de crímenes. Y nunca decepciona, es como una buena película de cuarenta minutos. Su éxito reside en la suma de sus partes: muy bien hecha, muy bien interpretada, pero, por encima de todo con un gran guión a la espalda. Y es que siempre sorprende y nunca se repite. Diez temporadas de entre 20 y 26 episodios cada una y no hay uno igual a otro. Y esa es otra clave de su éxito, nunca pensarás que es previsible o que cae en la monotonía porque hasta la estructura de cada episodio va cambiando. Algo, desde luego, muy loable tras diez años n antena.
En esta ocasión además cuenta con una Jennifer Love Hewitt muy madura, abandonando sus papeles de sobremesa y centrándose en una interpretación bastante sólida. Y una novedad en la trama de fondo; el asesinato de un viejo conocido de los seguidores de la primera temporada...
Aunque parezca crudo decirlo es la serie que vemos cuando no tienes a las que estás enganchado pero no te apetece jugártela con un piloto.
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